Dos visiones
Existen, en efecto, dos visiones de organizarnos políticamente diametralmente opuestas.
El reto de ésta entrada estriba en describir cada una de esas visiones desde la propia visión que cada una defiende. No desde la perspectiva ajena de la otra visión, sino arropándola como propia, para después contrastar.
Una visión ofrece un estado más igualitario. Tengo que destacar mis clases de Antropología Social y Derechos Humanos -con maestros con los que nunca compaginé-, para resaltar un punto toral de ésta visión del mundo: No todos tienen una fábrica, ni son dueños de medios de producción, ni son capitalistas; porque no todos pueden serlo.
En ésta visión, el capitalista absoluto se aproxima al obrero y le dice: Yo tengo mi atención a la salud garantizada por mi dinero, la educación de mis hijos salvada, mi futuro cuando viejo asegurado. Yo te hago el favor de que trabajes conmigo para que puedas subsistir, pero sin mí no hay nada.
Es en esta visión donde viene la revolución del proletariado. El obrero -agremiado, en masa- responde: No necesito de ti porque soy mayoría -hablando en términos absolutos, persona por persona- y puedo hacer la ley. Como puedo hacer la ley, elimino la propiedad privada; tú, rico, pierdes tus medios de producción y como estado ofreceré las garantías de salud, educación, seguridad social, trabajo y hasta derecho a descansar -recordemos que lo vemos intrínsecamente desde ésta visión.
Evidentemente, en esta visión, no se abunda en otra falacia conceptual. Así como no todos pueden ser dueños de fabricas, tampoco todos pueden vivir como ricos. Es decir, el principio básico de la economía -la limitante de los recursos- alcanza a cualquier idea utópica de organización.
Esta visión es particularmente evidente en un país como Cuba, -lo digo a partir de mis viajes, experiencias y dialogo con cubanos en cuba; no sólo de lecturas desde lejos- que ha vivido en esta visión -sin llegar a un extremo fanático- por mucho tiempo.
Nota intermedia: Un extremo fanático sería un límite que en realidad no existe, donde todo se repartiera por igual todo el tiempo.
En Cuba se vive de otra forma, no sé si bien o mal: Diferente a lo que yo conozco. En Cuba, me pareció que no hay personas muriendo -literalmente- de hambre. La mayoría de las personas tiene donde pasar la noche. La mayoría tiene niveles de educación superior. La gente no muere por culpa del estado cubano.
El gobierno, protector del pueblo, ofrece a todos trabajo -en algunas ocasiones con sueldos irrisorios- pero trabajo al fin, ofrece sustento y vivienda. La gente en la isla pasa su vida sin demasiadas preocupaciones. No es posible generalizar, seguramente hay quienes la pasan muy mal en cuba, pero hablamos del promedio de una población. La gente hace filas de 3 horas para ser atendidos en el banco, sin necesidad de estresarse por llegar tarde al trabajo. La vida transcurre.
En el otro lado, hay otra visión, aquella que dicta que el mejor esfuerzo debe ser premiado mejor. Aquella que incentiva la desigualdad como método de superación. Y he descrito ésta desigualdad positiva antes.
He defendido la postura de que la optimización de los recursos es una obligación para las sociedades. Es decir, deben asignarsele a los individuos que mejor los aprovechen y que puedan generar más.
En esta visión, el acaudalado hará lo que tenga que hacer para seguir siendo acaudalado. Promulgará leyes que impongan delitos contra el patrimonio: que no me roben mis bienes, que no me despojen de mis inmuebles, que no me engañen para quitarme mis cosa -fraude-.
En esta visión, cada quien tendrá que buscar un grupo de pobres para explotarlos y seguir siendo rico. Los pobres debe permanecer pobres para que la pirámide pueda seguir de pie. Una pirámide sin base, se derrumba. Hay maneras de escalar la pirámide, pero sólo es a través de destacadas cualidades que se logra.
Pensemos, porque no, en Estados Unidos. Si el mundo entero vieira como un típico estadounidense, necesitaríamos 5 planetas tierra cada año. VER ESTUDIO
La realidad es que Estados Unidos es un ejemplo claro de una visión que fabrica pobres para mantenerse rico. No hablemos de abusos, ni de delitos recriminables, el modelo es sencillo: Te ofrezco poco a cambio de tu trabajo, me quedo con tu trabajo y con eso hago lo poco que te doy y lo demás me lo quedo.
No es una crítica, en este punto. En esta visión se destacan los audaces, los brillantes los inteligentes. Me parece más justa ésta forma, por cierto.
Quiero matizar las dos visiones con algunas consideraciones:
Corrupción: Una cuestión inherente del ser humano. En el socialismo, la corrupción se da en las cúpulas del gobierno, ahí si existe desigualdad- SIEMPRE-. En el capitalismo puro, la corrupción se da de los acaudalados en contubernio con los gobernantes ignorantes, pobres y abusivos.
Aspectos negativos: Ambas visiones son erradas si fueran puras. En el capitalismo puro: El poder de las mayorías siempre se impondrá cuando haya miseria -No es el caso de estados unidos, porque no hay miseria-. En el socialismo puro: El estado es incapaz de satisfacer las necesidades específicas de cada individuo; lo que a la postre genera infelicidad.
Hablemos pues de felicidad: En el socialismo no hay tanta necesidad de estrés como en el capitalismo. No hay demasiada necesidad de esforzarse de más. Hay garantías, podemos ir despacio o rápido. No hay demasiados recursos -porque están más divididos- pero están garantizados.
En el capitalismo podemos satisfacer nuestras necesidades más específicas: Quiero un maccarron francés, lo tengo. Quiero caviar ruso, lo tengo. Quiero un auto de lujo alemán, lo tengo.
En conclusión, todo lo está en la felicidad. Y ésta tendrá su efecto en la perspectiva con la que abordemos el trabajo.
Nota final respecto del contexto histórico: Hoy en día, en México, crece más la cultura de la holgazanería. Aquí ya no se le puede llamar huevón a nadie, por que ya son muchos y se agrupan en masas. Notese que la defensa de ésta visión siempre fue de personas trabajadoras, sin embargo, corrompido el sistema socialista lo que sigue no es la revolución del proletariado; sino la revolución de los huevones.